domingo, 10 de julio de 2016

CUENTO DE VERANO



Había una vez tres cerditos que vivían juntos en mutuo respeto y armonía con el entorno que los rodeaba. Empleando materiales autóctonos, cada uno se construyó una hermosa casa. Un cerdito la construyó de paja; otro de madera; y el tercero de ladrillos hechos de barro, heno seco y estiércol, y cocidos en un pequeño horno. Cuando las terminaron, los cerditos se sintieron muy satisfechos con su trabajo y se instalaron para vivir en paz y con autonomía.
Pero el idilio pronto se deshizo. Un día llegó un gran lobo malvado con ideas expansionistas. Al ver a los cerditos lo invadió un hambre voraz, tanto en sentido físico como ideológico. Cuando los cerditos vieron al lobo, se refugiaron en la casa de paja. El lobo se acercó corriendo y golpeó la puerta, gritando: —¡Cerditos, cerditos, déjenme entrar!
Los cerditos respondieron: —Tus tácticas agresivas no lograrán asustar a unos cerditos que defienden sus hogares y su cultura.
Pero el lobo se negaba a renunciar a lo que estimaba su destino manifiesto. Entonces sopló y sopló hasta derrumbar la casa de paja. Los cerditos corrieron asustados hasta la casa de madera, perseguidos por el lobo. El terreno donde había estado la casa de paja fue comprado por otros lobos que lo destinaron a una plantación de bananas.
Cuando el lobo llegó a la casa de madera, golpeó otra vez la puerta y gritó: —¡Cerditos, cerditos, déjenme entrar!
Los cerditos vociferaron: —¡Vete al infierno, lobo imperialista y carnívoro!
En ese momento el lobo soltó una risita condescendiente. Pensó: «Son como niños ingenuos. Será una pena verlos desaparecer, pero no se puede detener el progreso».
A continuación, sopló y sopló hasta derrumbar la casa de madera. Los cerditos corrieron hasta la casa de ladrillos con el lobo pisándoles los talones. En el terreno donde había estado la casa de madera otros lobos construyeron un condominio de tiempo compartido para pasar sus vacaciones, con viviendas hechas de fibra de vidrio, tiendas de productos típicos, un club de buceo y un acuario para espectáculos de delfines.
Cuando el lobo llegó a la casa de ladrillo, golpeó otra vez la puerta y gritó: —¡Cerditos, cerditos, déjenme entrar!
Esta vez los cerditos respondieron con canciones de solidaridad y redactaron una carta de protesta a las Naciones Uniones.
A esta altura, el lobo se empezaba a enfadar con la negativa de los cerditos a ver la situación desde un punto de vista carnívoro. Así que sopló y sopló, y volvió a soplar; de repente se llevó las manos al pecho y cayó muerto de un infarto causado por el exceso de grasa en las comidas.
Los tres cerditos se alegraron del triunfo de la justicia e hicieron una pequeña danza alrededor del cadáver del lobo. El siguiente paso consistió en liberar su territorio. Reunieron una cuadrilla de cerditos que también habían sido forzados a dejar sus tierras. Esta nueva brigada de porcinos atacó el complejo vacacional con ametralladoras y lanzamisiles y masacró a los crueles lobos opresores, enviando de este modo una clara señal al resto del hemisferio de no interferir en sus asuntos internos. Después los cerditos instauraron un modelo socialdemócrata garantizando educación gratuita, asistencia médica universal y derecho a una vivienda digna. 

Nota: El lobo representa una construcción metafórica en este cuento. Ningún lobo real fue lastimado durante su escritura. 
LOS TRES CERDITOS
Autor: James Finn Garner
Traducción: Fernanda Balangero Musso 
Extracto de: Papeles de la Mancuspia

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