El pasado día 5 de octubre, entre las
numerosas iniciativas organizadas por ASF-Madrid en el ámbito de la Semana de la Arquitectura, los voluntarios del grupo de Cooperación Local “Mercados”
realizaron un amplio “paseo crítico” por algunos de los Mercados Municipales de
Abastos de los distritos de Chamberí, Moncloa-Aravaca y Centro. La
cita 5x5x5, que tuvo una gran participación, forma parte del extenso trabajo
que el grupo lleva adelante desde más de un año, en defensa y apoyo de la
conservación y revitalización de estos espacios públicos que están siendo
amenazados por procesos de abandono, especulación y "elitización".
El evento, que disfrutó de una agradable
tarde soleada, empezó a las 17:00 en la Casa de las Flores; desde
aquí nos dirigimos a la cercana calle Altamirano, acompañados por algunas
decenas de personas de distintos rangos de edad (algo que manifiesta claramente
el interés muy amplio y transversal para los Mercados Municipales), para
visitar el Mercado de Argüelles.
La historia de este mercado es bastante
representativa de la situación de muchos otros mercados madrileños: edificado
en 1949, sigue ocupando el edifico original aun que se hayan tenido que
realizar importantes reformas para adaptarse a la nueva coyuntura después del
cambio demográfico del barrio y el auge de las medianas y grandes superficies
iniciado en los años 80. En sus orígenes era un mercado muy activo; como nos
comentó el gerente (que ha trabajado en el mercado toda la vida) de lo que
vendía cada uno de los puestos podían vivir 8 familias (entre dependientes y
recaderos). Pero de la centena de puestos originales del mercado, hace cuatro o
cinco años sólo quedaban abiertos unas tres decenas, sobreviviendo además
a duras penas. Frente a este escenario de crisis, común a muchísimos mercados
municipales, la prácticamente univoca fórmula propuesta por el Ayuntamiento
para acometer las necesarias obras de rehabilitación (el consistorio es
propietario del edificio aun que su gestión sea confiada por concesión,
generalmente de 50 años, a la Asociación de Comerciantes) ha sido la cesión de
parte del edificio a una mediana superficie para así poder financiar su
remodelación. Las obras, empezadas en 2008 y terminadas este año con un coste
superior a los 4 millones de euros, han dejado así 20 puestos de comercio
tradicional, todos actualmente ocupados, la mediana superficie (en
ese caso un Ahorramás) y además una escuela de música en la planta superior.
Obviamente sólo el tiempo nos dirá si la “competencia” del nuevo supermercado
será positiva para los actuales comerciantes, que podrán así continuar a
prestar un servicio público de abastecimiento de productos con atención de
primera mano a sus clientes.
Dejando a nuestras espaldas el Mercado de
Arguelles nos dirigimos a la calle Andrés Mellado para alcanzar nuestro próximo
objetivo, el Mercado de Guzmán El Bueno.
Curiosamente nos encontramos un escenario
muy parecido al anterior; edificado a finales de los cuarenta, después de un
periodo de intensa vida “comercial” llega la crisis de los años ’90.
Este Mercado ha sido uno de los primeros en llevar adelante las obras
impulsadas por el Ayuntamiento según el primer “Plan municipal de innovación y
transformación de los mercados de Madrid” y rehabilitarse con la fórmula del
“supermercado inversor”. Las obras se desarrollaron entre 2004 y 2005 con un
coste aprox. de 2, 5 millones de euros, y desde ese momento son 22 los puestos
que se mantienen en el nuevo mercado (frente a los 100 originarios), y
comparten espacio con, una vez más, un Ahorramás.
Tercera etapa de nuestro recorrido el
Mercado de Vallehermoso, en la esquina de Fernando el Católico con
Vallehermoso, en el distrito de Chamberí.
Aquí el escenario es algo diferente;
inaugurado en 1933 este mercado es uno de los Mercados Municipales de Abastos
que se logró realizar en la II Republica (en el marco de un Plan General de
Mercados, junto con los de Tirso de Molina, Diego de León y los ya
desaparecidos Olavide y Torrijos). Y no le falta calidad arquitectónica,
combinando una fachada sencilla de agradables líneas curvas con un tejado de
cerchas de hierro y un buen aprovechamiento de la luz solar con amplias hileras
de ventanales. En la actualidad el edificio no presenta problemas de degrado o
deficiencias de particular relevancia (aun que le vendría bien un buen lavado
de cara) y las bancas y los puestos están muy bien cuidados; el problema es
evidentemente el número exiguo de clientela. Aquí también hubo propuestas “salvadoras”
de inversores privados: el Corte Inglés avanzó hace algunos años una
propuesta – no ha quedado claro si de derribo del actual edificio, lo cual sería
un verdadero atentado patrimonial, o de su reforma – pero sin llegar a concretar
nada. Es probable que la propia configuración arquitectónica del edificio, su
valor patrimonial, la dificultad de realizar aparcamientos - un
problema que los comerciantes reclaman a viva voz – unidos a la débil dinámica
demográfica de la zona, preserven este edificio, en la actualidad,
particularmente atractivo para un inversor privado. De hecho la actual gerencia
está buscando formas tal vez más sencillas, económicas y menos
aparatosas, con el ejemplo del Mercado de San Fernando en Lavapiés, para poder
seguir adelante.
Otro mercado, otro escenario
completamente distinto: dejamos el barrio de Chamberí y nos dirigimos a la
cuarta etapa del paseo 5+5+5, el mercado de Barceló en la zona de Tribunal.
En este caso visitamos un mercado
provisional ya que el original fue derribado en 2010. Este mercado provisional,
que pretendía abastecer al barrio durante la construcción del nuevo mercado en
el emplazamiento del antiguo durante un corto periodo de tiempo, lleva ya dos
años en funcionamiento y las obras del nuevo mercado, aunque activas, están
lejos de estar acabadas. La estructura de este nuevo mercado, aunque de
apariencia moderna e innovadora, está creando muchas dificultades entre los
comerciantes y los clientes del mercado: la estructura y organización de los
puestos es muy diferente a la de un mercado "de toda la vida", es
difícil orientarse dentro, los puestos se agrupan de una manera muy estricta
dejando poco espacio a la gestión autónoma por parte de los comerciantes y
existen graves deficiencias en las instalaciones. Es inevitable preguntarse en
el caso del mercado de Barceló si era necesaria la demolición de un mercado con
casi 60 años de historia. El nuevo proyecto de mercado, un edificio de 5
alturas, incluirá usos alternativos a los de mercado de abastos que beneficiarán
al barrio pero por el que se ha pagado un precio muy caro: la demolición de un
edificio en uso y buen estado, la pérdida temporal de una plaza pública tan
escasas en el centro de la ciudad, el deterioro de las condiciones y la vida
del mercado tradicional del barrio con el impacto económico, ambiental, social
que todo esto implica.
Después de más de dos horas llegamos a la
última etapa del paseo, y una vez más nos encontramos algo bastante distinto de
todo lo que vimos anteriormente; llegando casi a la Gran Vía nos topamos con el
mercado de Mostenses.
Un mercado que ha pasado por muchas fases
en sus casi 150 años de historia, desde producirse de forma informal en la
calle, a ser uno de los mercado de hierro de Madrid (gemelo de la Cebada), al edifico
actual. Es un mercado muy activo que ha sabido adaptarse a los cambios del
barrio e integrar a la nueva población de la zona conservando su función de
mercado de toda la vida con unos precios muy baratos, una gran variedad, y todo
al servicio de los vecinos. Claro está que el edificio necesitaría de una
intervención, principalmente a nivel de instalaciones, de mejora de las
condiciones higiénicas y de accesibilidad, pero para esto sería necesario apoyo
y voluntad por parte de su propietario, el Ayuntamiento, ya que los
comerciantes se declaran abiertos disponibles a propuestas. Lamentablemente
hace algunos años, en periodo de arquitecturas milagrosas, se publicó por parte
del Consistorio un proyecto (o mejor dicho unas imágenes y una maqueta) tan faraónico
como irreal, con la previsión del derribo del edificio actual y posterior
construcción de una torre de 11 plantas, con centro comercial, piscinas, etc.
Obviamente, tratándose de pura arquitectura de papel la idea ahí se quedó.
Sin embargo, frente a tanto papel mojado,
el ejemplo del mercado de Mostenses nos indica probablemente cual podría ser
una estrategia sostenible – económica, ambiental y socialmente – para
intervenir en muchos de los mercados municipales: dejar de lado intervenciones
a la moda, costosas y elitistas, y actuar con cuidado y en función de la
necesidades reales del barrio, de los vecinos y de los comerciantes, intervenir
en el espacio público circundante de los mercados que muchas veces es poco
atractivo y está degradado; en fin, operar mas con principios de cuidadosa "acupuntura”
urbana que con hitos y imágenes impactantes.
Y aquí nos quedamos!
Muchas gracias a todos los que
disfrutasteis con nosotros del paseo!
Nota: Para mas informaciones sobre
las actividades del trabajo del grupo puedes consultar este mismo blog
pinchando la etiqueta “mercados” así como visitar la página de la “Plataforma en defensa de los mercados”
como bien estais comunicando el exceso de centros comerciales solo origina la perdida y destrucción del 80 por ciento del comercio de cercanias y las inversiones faraonicas no conducen a la creaaciónde empleo sostenible ( i + c + c ) identidad, convivencia y cultura solo el mercado de los Mostenses tiene este espiritu de slow food (i+c+c ) ICC IDENTIDAD, CONVIVENCIA Y CULTURA..... leyendo vuestro escrito he descubierto esta pagina ilusionada de triBALL, tras la perdida del mercado de La BALLESTA
ResponderEliminarEl triángulo Ballesta se convierte en la nueva milla de oro madrileña
Publicado el 19-10-2009 , por A. Redondo/D. Esperanza
En apenas un año y medio, una asociación de pequeños comerciantes ha conseguido revitalizar una de las zonas más deprimidas del centro de Madrid. El barrio aúna con gracia el diseño moderno y comercios centenarios.
Algo se mueve en el centro de Madrid. La zona de la calle Ballesta, deprimida durante años por culpa del tráfico de drogas y la prostitución, está cambiando de cara. Hace año y medio, un grupo de inversores decidió darle un lavado de cara al triángulo comprendido entre las calles de Fuencarral, Ballesta y Gran Vía, zona ahora conocida como Triball. Gracias a su iniciativa y al apoyo de un nutrido grupo de pequeños comerciantes, este triángulo del centro madrileño respira ahora modernidad, diseño e iniciativa, sin olvidar el toque entrañable de los comercios de toda la vida.
Eduardo Moreno, uno de los inversores, explica que la idea de recuperar la zona de Ballesta surgió de forma natural. Él y su socio, Miguel Ángel Santa, habían seguido la recuperación de la calle Fuencarral y de la Gran Vía y les parecía absurdo que una zona tan cercana como Ballesta se quedase al margen de la renovación.
Poco a poco
El primer paso para conseguir este objetivo era acabar con el "parque temático" de la prostitución de la zona, como lo denomina Moreno. Así, decidieron adquirir diez burdeles de manera anónima, para no levantar las suspicacias de los dueños y que especularan con las propiedades. De esta manera, acabaron con gran parte de los burdeles (cuando comenzaron había 15 y ahora quedan sólo dos).